El escorpión y la rana, según Diego J. García Molina

El escorpión y la rana

Supongo que conocen la fábula del escorpión y la rana; en caso de que no sea así, se la resumo yo en un momento. Se trata de un escorpión que quiere cruzar un rio. Como no sabe nadar busca algún medio para hacerlo hasta que encuentra una rana y le pide que lo traslade a la otra orilla en su espalda. La rana se niega porque razona que el escorpión le picará y morirá. Mas el taimado escorpión consigue convencerla de que no lo hará con el poderoso argumento de que, en caso de picarle, la rana no podrá nadar y morirán ambos en el rio. La rana entiende que la tesis tiene sentido, por lo que accede al favor solicitado y, tras subir el escorpión a su espalda, comienza el vadeo de las aguas. A mitad de camino, a la rana le sorprende un súbito dolor en el cuello, el escorpión le ha picado. La rana exclama sorprendida: “¿Por qué lo has hecho, ahora moriremos los dos?” El escorpión responde consternado: “Lo siento, pero está en mi naturaleza picarte”. De esta fábula se sacan muchas enseñanzas, pues la moraleja es clara; sin embargo, parece que, en nuestra sociedad, y en todo el mundo, se hace caso omiso a estas advertencias. El ejemplo más cercano lo tenemos en Rusia y el mal llamado ejercito privado Wagner, cuando no son más que mercenarios, soldados de fortuna que solo persiguen el enriquecimiento personal. ¿Qué se puede esperar de un grupo paramilitar así? Un mercenario busca dinero, no obstante, si está muerto, difícilmente podrá disfrutarlo, así que cuando vinieron mal dadas en el frente de Ucrania y la posibilidad de aniquilación estaba cerca sucedió lo habitual en estos casos, que se revolviera contra su amo huyendo a un lugar seguro. Está en su naturaleza servir al mejor postor y salvar la vida es imprescindible para ello. El sacrificio en la guerra queda para los patriotas y los idealistas.

Algo parecido sucedió tras la cruenta guerra de los Balcanes con las bandas de albano-kosovares. Tras el fin de la contienda los que se habían acostumbrado al asesinato, la violación y el robo no fueron capaces de dejar dicha actividad y sembraron el terror por Italia, Francia y España con agresivos asaltos a casas, atracos, y todo tipo de delincuencia organizada con inusitada violencia. Una vez se entra en esa espiral de odio es complicado volver a una vida normal. Centrándonos en el caso doméstico, ojalá no, pero es posible que en España nos encontremos dentro de poco con un caso de parecidas características. Por interés político se ha estado alimentando durante demasiados años a la bestia; de hecho, se le hizo la reanimación asistida cuando estaba agonizando, y en su naturaleza está la justificación de la violencia, la intimidación al contrario y el asesinato por un bien superior. Las pistas las tenemos por doquier, y aunque se empeñen en repetir una y otra vez que no existe el problema, llamarlo por otro nombre no cambia su esencia. Por ejemplo, el otro día, en el inicio del Tour de Francia, unos jóvenes, a los cuales detuvo la policía, intentaron encadenarse para cortar el recorrido de la carrera en un puerto intermedio, y esparcieron chinchetas por el suelo para provocar pinchazos en los ciclistas. ¿Quién reivindica estas actuaciones? Sorpresa, una organización que pide y exige lo mismo que el brazo político de ETA, Bildu, Sortu, y el resto del conglomerado de partidos, solo que sin renunciar a la violencia. Ya desde el momento en que Otegi anunció la nueva estrategia hubo presos y dirigentes que criticaron dicho cambio de rumbo, queriendo continuar con la lucha armada. Y ahora, siguen existiendo voces discrepantes, sobre todo entre los más jóvenes. Acusan a Otegi de aburguesamiento (si no fuera tan triste te tendrías que reír), exactamente lo mismo de lo que acusaban estos cuando eran más jóvenes al PNV. Son ya el colectivo con más predicamento entre los jóvenes, se han hecho con el sindicato estudiantil (el que se dedica a cualquier cosa menos estudiar, obviamente), e incluso tienen el control de alguna peña futbolística radical. Han tenido algún encontronazo, violento, como no, con sus homólogos oficiales de la izquierda secesionista. ¿Y ahora qué?

Si algo nos enseña la historia es que los espacios políticos se ocupan inmediatamente en cuanto alguien lo abandona. La violencia para conseguir un objetivo político tuvo, y por lo visto, tiene, muchos adeptos en la sociedad vasca, enferma desde hace demasiado tiempo. Seguimos viendo homenajes continuos a asesinos, extorsionadores y secuestradores, dicen públicamente que no se arrepienten y que lo volverían a hacer, que las pistolas es fácil volver a comprarlas, luego estas actitudes siguen teniendo clientela. Si Otegi y su conglomerado se mueve hacia posiciones más institucionales, pues otros vendrán rápidamente a ocupar su lugar, pues está en su naturaleza, aunque como a la rana de la fábula nos resulte totalmente ilógico a la par que inverosímil, pero así es. La historia se repite y vuelven con la arenga de un estado independiente, usar todos los métodos a su alcance, con lo que eso implica, opresión del pueblo vasco, amnistía a los presos, etc. Los asesinos son asesinos y eso no va a cambiar; además, sucede que, los que se han criado en un clima de violencia, y han visto que funciona, que se consiguen los objetivos marcados, es normal que quieran continuar con esas actitudes. De hecho, el hijo dos históricos dirigentes de ETA ahora es el líder de una facción critica. Normal, que se puede esperar de la educación y el ejemplo de unos padres así. Un asesino verdaderamente arrepentido puede ser el mejor antídoto contra la violencia, sin embargo, un terrorista orgulloso de sus actos, ¿qué valores puede trasmitirle a un hijo? Y eso no solo sucede en estos partidos independentistas, hay más ejemplos a la vista. Es decir, más de lo mismo, está en su naturaleza, no pueden evitarlo.

PS: Por cierto, seguramente todo esto no saldrá en las noticias que ven o leen a diario, aunque es sencillo encontrar información en la red. Compruébenlo por ustedes mismos.